Has conducido 8000 kilómetros hacia California. Siempre en dirección oeste, en dirección al sol. Has atravesado el país. Has dormido en el bosque, en habitaciones compartidas, en los asientos traseros del coche, en hoteles mugrientos, en colchonetas desinfladas. Llevas semanas escuchando canciones de los Beach Boys en la radio: California Girls, California Dreamin', California loquesea. Y cuando por fin lo consigues, cuando llegas al final del camino y te asomas al Océano Pacífico, te quedas mudo. Está nublado. Está tan nublado que las nubes casi tapan la montaña. Hace un frío de cojones. Los únicos Beach Boys que te cruzas son figuras fantasmales con el corazón congelado. Aun así, te armas de valor y te quitas la ropa para darte un baño. Uf, uf, uf. Te metes en el agua y ves algo. ¿Qué es? Miras un poco mejor. Es una foca. Una foca a tres metros de ti. En pleno agosto. Todo ese frío hace en California.
24 noviembre, 2008
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