Cuando estuvimos en el MoMA vimos una exposición de fotografía donde el único requisito para figurar era que se viese la sombra del fotógrafo. Habían juntado un montón de imágenes anónimas, domésticas y vespertinas. Y, como mínimo, todas tenían veinte o treinta años. Si ahora sacas la cámara y encuadras para que se vea tu sombra, es muy probable que tu sombra resulte vulgar y anodina. Pero si lo hacías en los años sesenta, tu sombra tenía el glamour que le prestaba el remate del sombrero. Me lo pasé genial viendo aquella exposición de sombras con tocado. Tan bien, que me propuse copiar la idea en cuanto tuviese oportunidad. Y por eso algunas semanas más tarde, cuando estuvimos en el Cañón del Colorado, hice esta foto. La sombra no es mía, es de mi amigo Héctor, la persona más elegante que viajó con nosotros por Estados Unidos. Y la foto me gusta porque, además de plagiar la idea del MoMA, tiene un punto hitchcockiano, un cierto aire a Con la muerte en los talones. Si le echas imaginación y paranoia, a lo mejor puedes tomar a Héctor por un refinado asesino que viene a asfixiarte con sus guantes blancos y su chaqueta de tweed.
Para ver más fotos de Estados Unidos, recomiendo que se visite mi fotolog.
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11 noviembre, 2008
USA. Cañón del colorado. (24)
Publicado por Rfa. a las 8:00
Etiquetas: fotografía, USA
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2 comentarios:
No quiero quitarle empaque a la sombra, sino acentuar su capacidad de provocar paranoia: me recuerda al perfil de Freddy Krueger, tal cual. Por cierto, impresionante la foto y me encanta el juego con la sombra.
muy original sí señor....me encanta
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