04 abril, 2011

Anuncios que dan mal rollo (y III). El doctor Chams.

Cuando era niño lo que más miedo me daba del mundo mundial era que se colase en mi cuarto el zombi de La casa al lado del cementerio. El Doctor Freudstein, que así se llamaba, era un monstruo manco y sin ojos que utilizaba los cuerpos troceados de sus víctimas para regenerar sus propias células sanguíneas y garantizarse una vida eterna. Yo vi la película en casa de mis tíos y me pasé cuatro años sin pegar ojo, hasta que alguien me explicó que en la vida real no existen doctores así y pude volver a dormir. Desde entonces han sido veinte o treinta años de paz y sueños (casi) plácidos. Pero mira tú por dónde, hace algunas semanas me topé con este anuncio en EL PAÍS y he vuelto a tener pesadillas. Por mucho que haya cambiado, sé que este señor es el Doctor Freudstein. A mí no me engaña, aunque se haya cambiado el nombre y se haga llamar Doctor Chams. Es él, lo sé, el monstruo de La casa al lado del cementerio. Sigue buscando la inmortalidad pero ahora se ha sofisticado: ha dejado de ser tuerto, se ha puesto una mano de plástico y ha sustituido el hacha carnicera por la asepsia de la jeringuilla. Pero, como digo, en esencia sigue siendo el mismo doctor obsesionado por conseguir la vida eterna. En foros de internet he leído que el Doctor Chams hablaaaa estirandooo las palabraaaas y que cobra 1500 euros por clavarte la jeringuilla en la frente. Con el descubrimiento ha regresado, intacto, ese terror de mis ocho años que creía haber superado: el miedo a cerrar los ojos por la noche y sentir el escalofrío de las gotas de la jeringuilla cayendo sobre mis párpados. Uf, qué mal rollo...

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